Déficit de Atención con o sin Hiperactividad

Las manifestaciones o características más habituales de este trastorno se relacionan con comportamientos significativos:

  • Se levantan continuamente de su asiento, charlan con los compañeros, hacer ruido... lo que provoca una interrupción constante de la tarea a realizar.
  • Su dificultad de concentración les hace distraerse fácilmente, llevándoles a dedicar más tiempo de lo normal a la ejecución de las tareas escolares y a obtener unos rendimientos más bajos. Ese bajo rendimiento escolar es consecuencia también de una mala memoria secuencial, produciéndoles dificultades de aprendizaje tanto en operaciones aritméticas, como en lecto-escritura.
  • Su impulsividad les suele llevar a un deseo de terminar las tareas lo más rápido posible, lo que provoca que cometan tantos errores, como comerse sílabas o palabras cuando escriben o leen, confundir unas palabras con otras.
  • Alto grado de frustración que les produce el no realizar las tareas con la misma rapidez y diligencia de sus compañeros, las continuas quejas de sus profesores, el rechazo de sus compañeros, que en ocasiones les lleva a reaccionar con rabietas o estallidos, mostrándose hacia los demás como una persona con poca capacidad de autocontrol.
  • Baja autoestima sobre sí mismo apareciendo entonces otros trastornos como la depresión y la ansiedad, trastorno de conducta, trastorno oposicionista desafiante, en definitiva, una detección no temprana les puede conducir a cualquier tipo de conducta antisocial.
  • La hiperactividad, generalmente, se debe a una necesidad de descarga de tensiones, lo más importante es buscar la causa que provoca esta necesidad. Los tratamientos farmacológicos sintomáticos deben ser el último recurso; antes hay que proceder por otras vías.

Según "LOS TRASTORNOS DE LA ATENCIÓN Y LA HIPERACTIVIDAD. Diagnóstico neurofuncional y causal", existen distintos tipos de causas:

1. Causas físico-biológicas:

Algunos problemas endocrinológicos de hipófisis o de tiroides.

Alteraciones de la absorción intestinal y dietéticas. Problemas de control de la glucosa o falta de ciertas vitaminas u oligoelementos.

Intoxicaciones por productos de nuestro medio, ya sean respiratorias, digestivas o de contacto.

Influencia de fenómenos geobiológicos, campos electromagnéticos de gran intensidad, ondas nocivas, etc.

2. El exceso de estimulación.

La presión y la aceleración a la que se ven sometidos muchos bebés en su día a día.

La estimulación precoz innecesaria o excesiva.

Falta de rutinas y alteración de los patrones de sueño por circunstancias ambientales.

3. Causas sensoriales visuales:

Nistagmus, estrabismo, ambliopía o también llamado "ojo vago".

Problemas de control motor visual que interfieren la fijación y el seguimiento de los estímulos. Problemas de acomodación a la luz y a la distancia.

Y todas las alteraciones que pueden dificultar la percepción, sobre todo en niños escolarizados.

4. Causas sensoriales auditivas: Nos atrevemos a decir que muchos niños que se ajustan al diagnóstico de hiperactividad tienen problemas de escucha.

Alteraciones de la función de selectividad del oído.

Otitis intensas, persistentes y repetitivas.

5. Causas psicomotrices:

Desorden general de la etapa de suelo del niño hipotónico o exageradamente laxo.

Ausencia de reptado y gateo e inicio de la deambulación con el apoyo de elementos externos.

Vacíos de experiencia corporal y espacial que provocan fallos de integración.

Inmadurez del control cortical.

Disfunciones rítmicas. Inmadurez funcional del Cuerpo Calloso.

Trastornos de la lateralidad: Ambidextrismo patológico, debido a un fallo de la conexión interhemisferica, lateralidad cruzada del ojo y la mano, o del ojo y el oído dominantes y lateralidad contrariada: El niño zurdo contrariado o diestro contrariado.

6. Causas emocionales:

Traumas de gestación: Embarazo no deseado, enfermedades que pongan en peligro al feto, rechazo manifiesto del bebé, intentos de aborto, problemas psíquicos graves de la madre o del padre, ritmos excesivamente acelerados, etc.

Traumas de parto: Algunos partos provocados, maniobras traumáticas, vueltas de cordón umbilical, problemas de oxigenación, sufrimiento fetal o partos realizados en condiciones muy adversas.

Traumas vividos durante los tres primeros años de vida: Intervenciones quirúrgicas en niños muy pequeños, problemas graves que obligan al bebé a permanecer en incubadora, en la UVI o en situación de alejamiento de la madre, abandono por parte de los padres, graves problemas respiratorios o de intolerancia a la leche, que pueden producir en el bebé la sensación de que su vida peligra.

Entornos de estimulación muy irritativos, malos tratos, excesivos cambios de ambiente, de guardería o de domicilio, que no le permiten adaptarse a ningún entorno.

7. Traumas posteriores a los tres años de vida:

Problemas graves de celos, asociados a sentimiento de abandono. Problemas graves de relación con los padres o de los padres entre sí.

Problemas graves de fracaso escolar que desencadenen sentimientos de rechazo.

Malos tratos con agresión, rechazo y amenaza de integridad física.

Cualquier accidente o circunstancia física que ponga en peligro la vida.

El aislamiento.

 

Evidentemente, se requieren, a su vez, planteamientos de terapia muy distintos que hay que adecuar a cada caso.

Hay que conseguir mejorar su equilibrio interno y disminuir notablemente su necesidad de descarga

Nunca el problema del TDAH es único, por eso siempre recomendamos un tratamiento multidisciplinar.

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