Autoestima
La autoestima es esencial para la supervivencia psicológica y para la salud mental de la persona y se define como la idea que tenemos acerca de nuestra propia valía como personas, aceptarse tal y como uno es y quererse sin condiciones.
Va desarrollándose a lo largo de toda nuestra vida a través de las experiencias por las que pasamos y, por lo tanto, es posible favorecer las condiciones para que pueda formarse de manera adecuada.
Tanto pensamientos como sentimientos y comportamientos se encuentran interrelacionados y median la autoestima de una persona influyendo en cómo se siente, cómo piensa, aprende y crea, cómo se valora, cómo se relaciona con los demás y cómo se comporta.
Por ello, la baja autoestima es un síntoma común en muchos de los trastornos mentales actuales tanto en adultos como en jóvenes y niños. Los signos de alertas serían:
- Autocrítica excesiva que mantiene a la persona en un estado de insatisfacción consigo mismo/a.
- Hipersensibilidad a la crítica.
- Indecisión crónica por miedo exagerado a equivocarse.
- Deseo excesivo por complacer, que se traduce en no atreverse a decir NO, por miedo a desagradar y a perder la buena opinión de los demás.
- Alto perfeccionismo.
- Culpabilización extrema, exageración de la magnitud de sus errores y lamentación indefinida, sin llegar nunca a perdonarse por completo.
- Irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aún por cosas de poca importancia, propia del supercrítico a quien todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.
- Pesimismo generalizado. Todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo, su sí mismo.