Desarrollo del Lenguaje
La edad específica en que comience a hablar cada niño puede variar, ya que se ven involucrados varios aspectos, como las particularidades individuales dependientes del estado y función anatómicos y sistema nervioso, del aspecto psicológico, de las condiciones de educación y de las características del lenguaje de las personas que rodean al niño.
Por eso, algunos niños empiezan a hablar temprano y otros un poco más tarde, y, también, los hay que inquietan a sus padres y asombran luego con su excesiva locuacidad.
Dicho retraso en el desarrollo del lenguaje puede atribuirse a la herencia, debido a que hay familias donde los niños empiezan a hablar más tarde que en otras. Pero también hay casos, en gran medida generados por el medio ambiente y, en especial, por el hogar.
La familia cumple una función importante en la aparición y en el ritmo del desarrollo del lenguaje verbal del niño. Si éste se siente emocionalmente seguro y lingüísticamente estimulado, se desarrollará normal y óptimamente, superando las dificultades de las distintas etapas en el tiempo esperado; pero cuando la familia es conflictiva e indiferente con él, esto obstaculizará y retardará su evolución y, muchas veces, con consecuencias negativas para su comportamiento de ajuste posterior (siempre que no exista dificultad neurológica subyacente).
El desarrollo normal del lenguaje forma parte del desarrollo integral del niño.
En el desarrollo del lenguaje verbal también intervienen varios aspectos como son el proceso de maduración del sistema nervioso, incluyendo la importancia del desarrollo motor en general; el desarrollo cognitivo para comprender el lenguaje a nivel simbólico y de pensamiento; y el desarrollo socioemocional con respecto a la influencia del medio, e interacciones del niño con dicho entorno.
Hay dos etapas bien diferenciadas en el desarrollo del lenguaje:
• Etapa prelingüística:
Durante esta etapa, que abarca el primer año de vida, la comunicación que establece el niño con su medio (familia), especial y particularmente con su madre, es de tipo afectivo y gestual. De allí que, para estimularlo lingüísticamente, la madre deba utilizar, junto con el lenguaje afectivo y gestual, el lenguaje verbal. La palabra debe acompañar siempre al gesto y a las actividades de la madre con su hijo.
Esta etapa tiene un valor relevante y trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico, puesto que influyen de modo determinante en el desarrollo posterior de la comunicación lingüística del niño.
• Etapa lingüística:
La mayoría de los niños que van a hablar dicen sus primeras palabras aproximadamente cuando tienen de 15 a 18 meses, pero hay que destacar que esto puede variar, ya que dependerá de las características y circunstancias individuales en las que se encuentre el niño.
El niño pasa de las emisiones fónicas a la adquisición de fonemas propiamente dicho en el plano fonológico y perfeccionándose también en el aspecto semántico y sintáctico de las palabras a medida que el niño crece.
De ahí la importancia de los padres, puesto que juegan un rol importante en la formación del lenguaje de los niños. Aunque estemos de alguna forma “programados” para hablar un lenguaje, necesitamos aprender un lenguaje específico de la gente que nos rodea.
Las madres generalmente adaptan su lenguaje al nivel del lenguaje de los niños. Esto es llamado habla materna; se ha encontrado prácticamente en todas las culturas del planeta, y tiene ciertas características comunes: las oraciones son muy cortas, hay un montón de repetición y redundancia, hay una cualidad de canto y contiene muchas palabras especiales de bebé; también va, de acuerdo al contexto, de las cosas inmediatas que están alrededor, con referencia constante a cosas cercanas y actividades que están sucediendo en el aquí y ahora. El habla materna a menudo involucra un sutil moldeamiento llamado proto-conversación. Las madres, incluso, involucran a los bebés que hacen un poco más que simple balbuceo en proto-conversaciones.
Cuantos más estímulos reciba el niño en su primer año de nacido, más facilidad tendrá para expresarse y hablar. La estimulación es uno de los secretos para conseguir que el niño aprenda a hablar adecuadamente. Hablarle con frecuencia, escucharle con atención y pronunciar bien las palabras es básico para el desarrollo del lenguaje. Si se dan todas estas circunstancias y, aún así, hay un desfase significativo, es conveniente evaluar lo antes posible, para evitar y prevenir consecuencias negativas asociadas a la socialización y el aprendizaje.